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HISTORIA
La historia es el relato de hechos pasados que han sido considerados dignos de recuerdo por una sociedad determinada; también es la disciplina académica que estudia los acontecimientos del pasado que afectan a las sociedades humanas. Toda la falda de las Sierras de los Comechingones había sido otorgada en herencia a Tomas Fernández, quien a su vez al morir en 1712, había dejado un sector de ella en capellanía a los Padres Domínicos de San Luis, para el bien de su alma y la de su padre, Don Bartolomé.

ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA FUNDACION DE LA VILLA DE MERLO



Don Juan Pérez Moreno y Los Dominicos



Toda la falda de las Sierras de los Comechingones había sido otorgada en herencia a Tomas Fernández, quien a su vez al morir en 1712, había dejado un sector de ella en capellanía a los Padres Domínicos de San Luis, para el bien de su alma y la de su padre, Don Bartolomé.



De acuerdo con las cláusulas testamentarias lega a Juan Pérez Moreno la zona de la

“aguadita donde esta Bernabé Escudero lindando por el sur con el Chañar Tuerto, que está antes de la aguada donde asiste Juan Pérez por el norte con el Río Seco, por el oriente habría las sierras y para abajo para el poniente con los montes”.

Otra de sus cláusulas expresa que su voluntad es imponer una Capellanía en el Convento de Santo Domingo, otorgándole las tierras que asiste Juan Pérez



El 27 de julio de 1712, Fray José de Mendoza, reunió en consejo a los domínicos puntanos para resolver el valor de las tierras y así determinar cuantas misas se dirían por Don Tomas y Don Bartolomé Fernández.



Desde San Luis fue comisionado el Cura Juan Álvarez de Toledo para reunir a los vecinos y conocer las tierras en cuestión. De su informe extractamos textualmente:



“Es mi parecer que dichas tierras de estancia valen mas de mil pesos, por el conocimiento que tengo de dichas tierras, que son las mejores que pueden haber en esta ciudad por ser todas fructíferas de pan llevar, por sus aguadas que pueden mantener molinos y finalmente por la capacidad que tienen de criar ganados mayores y menores, con las demás comodidades que se desean para una estanzuela mas provechosa”.



Muy extraño nos resulta que en el transcurso del año 1712, Toledo haga mención de “ésta ciudad”, cuando ésta formalmente Juan Videla la funda en 1797. ¿O es quizás que el asentamiento de Piedra Blanca ya era considerado ciudad?

Además de las tierras, Don Tomás había donado quinientas yeguas y casi otras tantas ovejas, ganado que se encontraba al cuidado de Juan Pérez Moreno, administrador de las tierras y vecino de la estancia donde se instalarían los dominicos.

Entre 1720 y 1727, sabemos que existe ya un importante asentamiento de vecinos, son varias familias ubicadas en la falda de las Sierras Comechingones gracias a éste reparto tan generoso de Tomás Fernández. No tenemos aún la presencia de un pueblo, pero si comienza a delinearse antes que sus hermanos de la falda ya que entre las fechas citadas se inicia la construcción de la Capilla de la Virgen del Rosario congregando a los devotos de toda la zona.

Don Juan Pérez Moreno será el constructor de la capilla, así lo testimonia Núñez en su trabajo “La Capilla de Merlo”.

Debe haber sido un hombre de campo y con una profunda fe religiosa, pero lamentablemente no dejó pruebas escritas sobre su actuación.

Si sabemos que tuvo tres hijos: Nicolás casado con Petrona Aránguez,

Fabiana, esposa de Miguel Muñoz y Petrona Pérez, Fabiana, esposa de Miguel Muñoz y Petrona Pérez.

Es doña Petrona la madre de Aurelia. Y es ésta nieta de Don Juan quien nos permite reconstruir su genealogía, puesto que su esposo Ramón Ortiz reclamará las tierras por sus hijos María Vicenta y Miguel en un entretejido pleito iniciado en 1772 donde confirman ser los dueños de esa Capilla que fuese construida por Don Juan.

También lo confirma el Testamento de Doña Aurelia donde reconoce ser nieta de Juan Pérez Moreno y heredera de las tierras donde está “inclusa” la Capilla de la Virgen del Rosario.



Como resultado de un feliz fallo son precisamente María Vicenta y Miguel los donantes el 27 de mayo de 1795 de las 9 cuadras a su majestad Carlos IV de España para fundar la Villa de Merlo.

Don Juan fue enterrado en esta Capilla al igual que toda su familia.



LA ESTANCIA DE

“PIEDRA BLANCA”



Al instalarse los Reverendos Padres, en los terrenos dados en Capellanía por Tomás Fernández, bautizaron la Estancia como “Piedra Blanca” nombre que mantendrá durante más de un siglo, inclusive después de su fundación.

Apenas instalados construyeron un molino de pan, que daba sus beneficios a todos los vecinos, que carecían de tan importante providencia y arrendaron la estancia a Don Miguel Arias. Nos asegura Urbano Núñez que el molino de trigo fue construido por un portugués: Manuel de los Santos.

En 1766 Juan Bargas de la orden de Santo Domingo “ejercía el sagrado ministerio en la Capilla de Nuestra Señora del Rosario de Piedra Blanca, viceparroquia de Renca”. Bargas había sido cura interino de la ciudad de San Luis, fue vicepárroco de Renca entre 1761 al 64 y luego es trasladado a la Capilla de la Virgen del Rosario de Piedra Blanca.



EL PROCESO FUNDACIONAL





Durante la etapa de poblamiento, Cuyo dependía de la Capitanía General de Chile. A partir de la creación del Virreinato del Río de la Plata, San Luis pasa a depender de la Gobernación de Córdoba del Tucumán. Es precisamente desde Córdoba donde parte la orden, un 1ro. de octubre para fundar una villa en el paraje de Piedra Blanca, concretándose de ésta manera una de las últimas fundaciones realizadas por autoridades españolas de la etapa del Virreinato.

Para conocer el inicio del proceso, debemos remontarnos al 23 de junio de 1794 en que Juan de Videla, Comandante de Armas y Subdelegado de la Real Hacienda visita el paraje y notifica al Gobernador Intendente de Córdoba Marqués de Sobre Monte sobre la conveniencia de fundar una villa en esta zona. Lo hace con esta carta:









“Sr. Gobernador Intendente: Con motivo de haber salido con el Teniente Mayor de ésta, a la jurisdicción, al recaudo del ramo de ALCABALAS, estuvimos en la falda, en el paraje de la Piedra Blanca, y lo reconocimos tan de buenas proporciones para una Villa. Lo primero el terreno de Muchísima vista y muy alegre. Lo segundo, mucha Agua y Superior. Lo tercero hay setenta y cuatro vecinos que tienen allí sus fincas raíces con arboledas y como poner dos molinos, que ya no hay más que señalarles las calles, porción de maderas, y últimamente el temperamento tan bello, hay capilla, es perteneciente al curato de Renca: con que he hallado por conveniente darle a Vuestra Señoría esta noticia para que determine lo que hallase por conveniente. Nuestro señor guarde a Vuestra Señoría muchos años. San Luis, 23 de junio de 1794. Juan de Videla” .





En el margen de la nota, se expide el destinatario MARQUÉS DE SOBREMONTE, de la siguiente manera: “Córdoba 19 de julio de 1794. Remítase a informe del Cabildo, Justicia y Regimiento de San Luis, para que exponga lo que se le ofrezca con concepto de las ventajas que ofrece toda formal población en parajes a proporciones para ella y de proporciones para conseguirla sin gastos. SOBREMONTE - CRISTOBAL AGUILAR, secretario”.

Dos años y seis meses demoraron las gestiones para concretar la nueva fundación. Poco después fue designado Cristóbal Aguilar para recorrer el lugar y tomar testimonio de los vecinos que habitan en ella, demostrando las cualidades que ofrece el Paraje.



Don José Rodríguez, Santiago Romero, Vicente Muñoz, Francisco Gallardo, Manuel Vieyra, Nolasco Vidal y José Alaniz son los vecinos que atestiguaron sobre las ventajas de formalizar la fundación.



El siguiente paso fue buscar entre los propietarios quienes estuviesen dispuestos a donar las tierras.



Los dueños de estos terrenos, Miguel y Vicenta Ortiz con su esposo Teodoro Gallardo recibieron de buen grado la notificación haciendo “particular donativo gracioso a Su Majestad de nueve cuadras cuadradas para que en ella se erigiese la nueva Villa”.



A esto se sumó seis cuadras colindantes embargadas a Don Manuel Olivera por ser fiador de Waldo Bazquez de la Barrera” por falta de pago del impuesto de la Real Hacienda.



EN LOS UMBRALES DE LA

FUNDACION



El 1ro. de octubre de 1796 Sobre Monte ordena la fundación a través del siguiente decreto: “Visto este expediente formado con el objeto de erigir una Villa útil, en el paraje hasta aquí conocido por “La Piedra Blanca”, jurisdicción de San Luis de Loyola.” “... Procédase a la formación del pueblo, titulándose desde ahora la VILLA DE MELO, en justa memoria del Excelentísimo señor nuestro actual Virrey don Pedro Melo de Portugal, y de su notoria propensión al bien y aumento de estas Provincias.

Para cuyo efecto, se da la comisión necesaria al Capitán de Milicias Don Santiago Romero y a Don Francisco Gallardo que existen en el citado lugar. De más circunstancias para sus desempeño, estoy informado, para que, entiéndase con Don Juan de Videla - Comandante de Armas y Subdelegado de la Real Hacienda de dicha Ciudad, procedan con la posible brevedad, celo y eficacia, a formalizar la Villa por el plano que se incluye, demarcándose para su traza siete cuadras, haciendo centro la plaza y cada cuadra de asiento, y cincuenta varas castellanas - incluidas en ellas las doce que debe tener cada calle, con prevención de que las esquinas caigan a los cuatro vientos principales: Norte, Sur, Este y Oeste, como lo advierten las leyes de estos Reinos, a fin de quiebren en ella, los que comúnmente reinan, logrando sol en el Invierno y mayor sombra en el Verano y que sean perfectamente tiradas a cordel. Que el sitio de la traza sea el más llano y cómodo, teniendo consideración a la Capilla si ella estuviera en disposición de servir algunos años, y señalando para la Iglesia, casas Curales y la del Sacristán, media cuadra del frente de la plaza al Oriente y la otra para casas del Cabildo y Cárceles. Sirviendo una calle de ocho varas de ancho, lo mismo que en las otras tres restantes de ella para la comodidad del tránsito, y procediendo después a designar las cuadras para ejidos hasta donde puedan extenderse, con concepto a las cedidas para dicho efecto y de pastos comunes, dividiéndose la de ejidos de la población en que se han de formar las chacras de pobladores, por la calle que llaman de RONDA, la que ha de tener veinticuatro varas.

Y siguiendo la elección del Santo Patrono, bajo cuya protección se ponga el pueblo, de común acuerdo para celebrar su fiesta, se nombrará por los pobladores un procurador y se procederá a sortear los solares para casas y las cuadras para chacras en los ejidos divididos en calles iguales a las del pueblo entre los Pobladores que concurran, prefiriendo y distinguiendo a los que han hecho el servicio de ceder el terreno, y acomodándose en cada cuadra de la traza ocho vecinos con fondos encontrados en la forma que demuestra el plano para que no queden huecos en los centros, formándose el plan de unas y otras pertenencias describiendo en ellas los sujetos a quienes tocaron, cuyo documento se ha de agregar a éste expediente, con el padrón de las familias del pueblo por sus nombres y el de sus hijos, criados y dependientes, quedándose con otro igual los Jueces para archivarlo en el Ayuntamiento cuando lo hubiere. Haciéndose saber por los comisionados, por todo el partido esta providencia, con designación del día o días del reparto, para el que quisiera aprovecharse acuda, en la inteligencia de que, obtenida la superior aprobación, habrán de gozar los privilegios de nuevos pobladores, y entre tanto la auxiliará este Gobierno en cuanto alcanzaren sus facultades, concediendo a los nuevos pobladores la excepción del servicio de milicias por cuatro años, sin entenderse en los casos forzosos de invasión del enemigo, para que puedan cómodamente dedicarse a la construcción de sus casas y labores de sus chacras, que deberán cercar y cultivar, en la inteligencia de que, si en el termino de dos años no lo efectuaren, la perderá con el solar que se le hubiere dado y se adjudicará a otro que lo verifique y lo mismo sucederá al que no certificase su habitación en el pueblo durante el mismo término, facultando a los dos expresados comisionados para ejercer jurisdicción pedánea por ahora en los términos que se expresan en los títulos que se libraran al efecto, entendiéndose con este Gobierno inmediatamente y con particularidad en lo concerniente a la nueva población y puntual cumplimiento de este auto, de que se pasara la correspondiente noticia al Cabildo de Justicia y Regimiento de San Luis y al Cura Vicario de Renca, a efectos de que indiquen su celo al logro de esta importancia, agregándose por los Comisionados y por el Comandante Subdelegado, todas las diligencias que se practicaren en su cumplimiento, para devolver lo original a este Gobierno, con los informes que estimen corresponder, a fin de que recaigan las providencias convenientes”. Firman:

SOBRE MONTE

JUAN MANUEL PEDRIEL.

ESCRIBANO DE GOBIERNO

Y GUERRA



LOS SACERDOTES DE LA FUNDACION DE LA VILLA DE MERLO



El curato de Renca se convierte en Parroquia en 1764. Allí nos encontramos que el Primer Presbítero que se hizo cargo de la Parroquia fue Juan Francisco Regis Becerra.

Narciso Sosa Morales en su obra Renca nos dice: “En las inspecciones que realizan a la Parroquia los Visitadores, entre ellos, los Doctores Juan Correa de Saa (1770), Martín de Sotomayor, Domingo de Ochoa Moncada, Blas Sobrino y Monoyo anotan los merecimientos de este dignísimo sacerdote”. Llevó su administración hasta lograr por si misma el abastecimiento de la Parroquia y extender su generosidad a la feligresía necesitada.

Su acción en la vasta extensión de la parroquia fue descollante, visitando las Capillas de Piedra Blanca, Larca y otras de su dependencia situadas a considerables distancias, llenas de dificultades para llegar a ellas, llenando sus necesidades dentro de los medios con que contaba. Sus gestiones para obtener el adelanto de la Iglesia, se ha evidenciado en el inventario de sus existencias, en las gestiones realizadas en su dominio para acercar la feligresía.

El Teniente de Cura que acompañó a Regis Becerra en la procesión religiosa el día de la fundación fue Marcelino Becerra, sobrino del Pbro. Juan Francisco y quien lo reemplazó años después en el Curato de Renca.

LA CAPILLA TESTIGO DE LA FUNDACION



Francisco Regis Becerra, primer párroco de Renca, fue quien presidió la ceremonia religiosa de fundación del nuevo pueblo en el Paraje de Piedra Blanca, donde se erguía misteriosa y altiva la Capilla de la Virgen del Rosario.

El Padre Juan Francisco Regis Becerra acompañado por el Clérigo Presbítero Teniente de Cura Marcelino Becerra, el Comandante de Armas Juan de Videla y los vecinos se reunieron aquella mañana del 1 de enero de 1797. Frente a la Capilla, después de proceder al nombramiento de los Jueces Pedáneos que se desempeñarían en la nueva población: Don Francisco Gallardo y Don Santiago Romero, se hicieron repicar las campanas para realizar la procesión, donde se sacó en andas a la Virgen del Rosario



en una ceremonia religiosa donde no podía faltar la cruz alta y el incensario.

Fue en la puerta misma de la Iglesia donde se leyó el auto de fundación emanado del Gobernador intendente Don Marques de Sobre Monte.

Le correspondió al pequeño Ignacio, hijo de Juan de Videla, de tan solo 5 años, (que años más tarde resultaría ser gobernador de San Luis), quien debió sacar de una bolsa de tafetán morado el nombre del santo que se designaría como patrón del nuevo establecimiento. Se había determinado que la quinta cédula en salir sería la designada. Así fue como le correspondió a San Agustín, a quien se procedió a aclamar por todos los presentes; bajo el siguiente grito por tres veces consecutivas:



“Viva el Rey nuestro Señor y nuestro Santo Patrono el Señor San Agustín”.



La ceremonia finalizó con un toque de caja de guerra acompañada por salvas de fusilería, el repique de las campanas y los cánticos religiosos en honor a nuestro señor.

Artículo de la Profesora Nora Lilian Costamagna

 

 

 

 

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